
En realidad, esto de hacer historietas nació con la única finalidad de hacerme famoso. Ojo, famoso con clase. No como esos que van a la tele a exhibir sus miserias. No. Lo que yo quería era aparecer en alguna de esas fotos que publican en las revistas que lee la gente. Léase bien, "la gente". O sea, loco, la G.C.U. (Gente Como Uno). Inbuido en místicos ambientes kitsch propios de las tantísimas muestras artísticas, inauguraciones de discotecas, desfiles de modas, presentaciones de libros, fiestas profondos para quién sabe qué, matrimonios de apellidos compuestos y otros etecés. Fotos que recortaría y pegaría secretamente en un albúm que solo enseñaría después del tercer etiqueta azul junto a otros G.C.U.
Pero piña. Pinísima. El arte es cruel como la vida misma y sus hijos no son todos iguales. Alguien que se dedica a la historieta ni siquiera llega a sobrino lejano. A lo máximo a entenado. Pero de eso no pasa. Y el entenado no sale en la foto, pues.
Caballero, agarra tus estilógrafos y anda espera que Calandria haga otro consurso. Hazle la taba a algún periodista influyente cada vez que se ponga negrazo de tanta vaina. Regala tus dibujitos enmarcados a ver si alguien se acuerda de ti.
Esmérate todo lo que puedas y por ahí que te entrevistan el día que se muera Stan Lee.
Pero piña. Pinísima. El arte es cruel como la vida misma y sus hijos no son todos iguales. Alguien que se dedica a la historieta ni siquiera llega a sobrino lejano. A lo máximo a entenado. Pero de eso no pasa. Y el entenado no sale en la foto, pues.
Caballero, agarra tus estilógrafos y anda espera que Calandria haga otro consurso. Hazle la taba a algún periodista influyente cada vez que se ponga negrazo de tanta vaina. Regala tus dibujitos enmarcados a ver si alguien se acuerda de ti.
Esmérate todo lo que puedas y por ahí que te entrevistan el día que se muera Stan Lee.