Wednesday, December 10, 2008

Mis bateros favoritos (segunda entrega)


Y vi la luz

Eran malos tiempos para hacer música. Una vez que se disolvió mi primer grupo, otros decidieron que lo mejor para mí, después de salir del colegio por la tarde, era pasar el tiempo haciendo cola para comprar arroz o azúcar en los mercados "Más por menos". Corría el año 1987, vivíamos pendientes de los cortes de luz, y las cenas familiares en las que no tuviéramos que comer las croquetas de pescado que el Estado repartía se tornaban memorables.
En la radio, la "Más Más" del año era Persiana Americana de Soda Stereo. Los grupos en español invadían todo el espacio sonoro y yo me preguntaba cómo carajo podía hacer para conseguir un miserable par de baquetas.
Con mis patas del barrio no le dábamos mayor vuelta al asunto. Organizábamos pichangas, rompíamos alguna que otra ventana del vecindario y gritábamos los goles con la esperanza de jugar algún día por la Selección. Pero cuando regresaba a mi casa era presa de la desolación. En mi cuarto, estudiando a la luz de una vela la lección para el cole, llegaba hasta mí un malestar que se tornaba pregunta: Señor ¿por qué me has abandonado?

Contra todo pronóstico, poco tardó el Señor en hacerse presente. Benévolo, llegó a través de la vía consanguínea. Para más detalles, mi tío Lucho frecuentaba una iglesia cristiana y nunca perdía la oportunidad de invitar a la familia a las frecuentes misas que diera el pastor de su congregación. Mis abuelos y mi madre lo trataban con mucho respeto, pero preferían pasar los domingos por la mañana buscando los saldos de Más por Menos antes de acudir a alguna de aquellas reuniones no autorizadas por el Vaticano. En cambio, a mí, me picó la curiosidad. Tal vez en la comunidad de mi tío podía encontrar la respuesta que buscaba.

Una mañana de fin de semana decidí acompañarlo hasta un recientemente abandonado cine en la avenida Javier Prado. Ese era el cuartel donde los fieles de la secta cristiana "Agua Viva" lanzaban la decidida batalla contra la maldad del mundo. Una vez dentro mi sorpresa fue absoluta. No había visto nunca tal cantidad de gente profiriendo loas, lanzando gritos y dando brincos. Algunos convulsionaban en sus butacas dando abierta muestra de un febril y descontrolado contacto con el Espíritu Santo. Otros preferían vagabundear con los brazos pegados a la altura del pecho por las pocas zonas libres del abarrotado recinto, al mismo tiempo que soltaban frases completamente ininteligibles. Mi tío me explicó más tarde que aquellos creyentes aparentemente histéricos habían sido "tocados" por Dios. ¿Dónde los habrá tocado para que se pongan así? se me ocurrió. Pero por respeto a El, preferí no preguntárselo.

Una vez acomodados en la sala pude distinguir lo que motivaba a aquellos cristianos modernos a mover el esqueleto al ritmo del antiguo testamento. No solo eran las parábolas y los apóstoles, la verborrea apocalíptica de los oradores o las minifaldas de las hijas del pastor. Era algo que iba más allá de todo eso: ¡era una banda de rock and roll! Sobre el estrado sonaban un cantante, un bajo, una guitarra eléctrica, un teclado y una batería. ¡Una batería!

Entonces, en medio de esa especie de delirante caos místico, mi tío me dijo: el baterista da clases gratis a los miembros de la Iglesia.

Ese mismo día me convertí.

1 comment:

Juana_Olazábal said...

Dios obra de misteriosas formas.
Bastante interesante y yo sigo riéndome después de leer "¿Dónde los habrá tocado para que se pongan así?". Jaja.