Monday, August 17, 2009

Mis bateros favoritos (parte VI)


La batería propia

Dejé la Facultad de Artes de la Católica en buen momento. Unos cinco minutos antes de que me botaran a patadas. Dos meses más tarde me puse a estudiar la carrera de diseño gráfico en el IPP.
Tres años después estaba en la calle buscando trabajo. Felizmente, la fortuna no se hizo esperar. Me ofrecieron el puesto de humorista gráfico en un periódico de dudosa procedencia y sin darme cuenta estaba otra vez ilustrando en diarios y revistas. Y recibiendo aquel tantísimas veces añorado sueldo propio.
Como vivía en la casa de mis abuelos, pude juntar billete. Hasta que finalmente llegó el momento que llevaba 25 años esperando: cogí todos mis ahorros y me compré la batería más grande que encontré.
No voy a entrar en detalles y tecnicismos que son solo menester de músicos. Pero mi teba tenía tanto cachibache que a veces me faltaba tiempo para darle un baquetazo a cada cosa.
Decidí prescindir de todos los grupos musicales a los que en algún momento acudí solo porque tenían un par de tambores pegados entre sí con un esparadrapo. Este era mi momento y no pensaba cambiarlo por nada.
Mi rutina diaria era esta: me despertaba a eso de las 11 am. Saltaba de mi cama a la mesa de dibujo (a unos 45 centímetros de distancia) y me ponía a chambear. Mientras tanto, escuchaba a mis grupos preferidos a todo volumen. Cuando me aburría de la música (generalmente lo que me aburría antes era tener que chambear), subía al techo donde en un cuartito cubierto de calamina tenía a mi preciosa Yamaha Stage Custom verde petróleo esperándome. Y le daba con alma. Dos horas seguidas. Luego almorzaba sin haber desayunado y volvía a mi mesa de dibujo. Terminaba todo aquello que tenía que entregar, cogía un taxi, lo dejaba en la redacción del diario y regresaba como una bala al techo de mi casa. A las nueve de la noche, exhausto, bajaba corriendo las escaleras justo a tiempo para saludar a mi mamá que llegaba del trabajo.
Y así me pasé un año y medio. De vez en cuando se apersonaba el Serenazgo de Surco con la única intención de joderme la concentración. Aprendí entonces que lo mejor era mostrarse simpático y generoso. Lo cual incluía Coca Colas a discreción y uno que otro sanguchito, acompañado de la promesa de que esa sería la última vez que haría tanto ruido.

-No hay palabras para lo que un músico experimenta entregándose a su instrumento. Y yo, que no lo soy, tenía las mías: no me jodan cuando estoy tocando-.

Todo fue felicidad hasta aquel día. El día que la Fama tocó mi puerta (tanto leer a Cortázar para nada). Sonó el timbre y bajé. Frente a mí, cuatro chicos (que ensayaban a solo unas cuadras de distancia) me dijeron que me habían escuchado tocar cada vez que habían tenido que ir a comprar el pan y que, ya que su batero oficial los había abandonado, pretendían hacer uso de mis servicios como percusionista.
Estaba a punto de mandarlos al carajo cuando me di cuenta de que entre ellos, prácticamente escondido entre sus propios hombros, se hallaba el Chino Chau, el extraordinario guitarrista de La Liga del Sueño.
Sin pensarlo ni media vez dije con mi gran y descontrolada bocota: ¿cuándo es el ensayo, muchachos?

Y a pesar de todo lo que aprendí del gran Mauricio Chau en esta posterior aventura, sin duda ese fue el primer gran error de mi vida adulto-contemporánea.
Por cierto, el horrendo grupo que formamos se llamó La Suite.

5 comments:

Anonymous said...

Y a mi humilde parecer creo que tú segundo gran error fue no dedicarte también a redactar historias. Disfruté mucho tu post y me hiciste recordar los generales de Letra.
Grandes recuerdos.
Saludos.
MIMI

Anonymous said...

fue un casting fantasmal de calle, sin levantar sospechas. sonaba la bateria por toda la cuadra y de ida nos detuvimos a escuchar...manya, "tiene golpe" comento alguien. y tiene tempo mientras escuchabamos un solo medio churrigueresco. de regreso nos animamos a preguntar si ahi eras tu el que tocaba la bateria. y recuerdo que saliste con tu actitud serenazgo...depende, de parte de quien?

Anonymous said...

Tio, si la foto es de tu teba, deber tocar como un dios mister, ¿has escuchado a los baqueteros metaleros? esos hijo de la gran puta piojosos son unas terribles bestias de los cueros. Tengo un vecino metalero y esa guea me esta gustando cada dia mas, rechesumare. Escucho ahora a un tal Dave Lombardo, un cubano que toca en un grupo infernal llamado Slayer, que hijo de puta!!!
Saludos

Long live to Acuña!

Andres said...

No seas loco, no es mi teba de ninguna manera. Es la de Mike Portnoy, el imposible baterista de Dream Theather, ese grupo que a fuerza de imitar a Rush sin éxito, decidió volverse extraterrestre.
A mí el metal no me vacila mucho. Los bateros suelen ser técnicamente perfectos, pero más fríos que el culo de un pingüino.

Anonymous said...

Ah si, ese Portnoy es imposible, pero Pearl si es extraterrestre. A propo de extraplanetarios, me dicen que los baquetas latinos introdujeron en el metal el compás 6/8, y que por eso son tan imposibles, creo que puede ser cierto, voy a golpear un poco los cueros, aver si puedo.
saludos

El libro!!!!!!!! ya pe!!!!